Encuentro Mesoamericano en Defensa del Maíz

Entre el 10 y el 14 de abril de 2024, celebramos en Costa Rica el Encuentro Mesoamericano en Defensa del Maíz. Llegaron campesinas y campesinos de México, Guatemala, Honduras, Salvador, Costa Rica y Nicaragua, Colombia y Ecuador. Estos dos últimos son países que en las clasificaciones botánicas, geográficas, históricas y antropológicas, no están incluidos en Mesoamérica —que va de la mitad de México hacia abajo por toda Centroamérica, no más. Pero no nos importó.

Nos importó la cercanía agrícola de hacer milpa o chacra, una afinidad que en este encuentro se hizo más visible. Son comunidades que guardan una estrecha relación con la Naturaleza, vigente en un horizonte de casi 10 mil años de agricultura campesina y ejercen sus posibilidades de subsistencia con la fuerza de sus vínculos sagrados.

El capelo de convivencia fue muy fluido y sus resonancias y pensamiento confluyeron en un documento de análisis que esperamos enriquezca nuestras conversaciones y la práctica de nuestra autonomía.

Las semillas son nuestra memoria:

sembrar nuestro maíz ancestral es un asunto político

Ante un clima generalizado de violencia y un afán de sometimiento por parte de corporaciones, gobiernos y organismos internacionales, los pueblos y comunidades que nos reconocemos en la milpa o la chacra de maíz, reivindicamos nuestra autonomía y nuestros modos propios de gobernarnos. La devastación, el despojo, las imposiciones, el exilio forzado de jóvenes, niñas y niños por el vaciamiento programado de nuestras regiones, hace necesario que nos pronunciemos con fuerza y nuestra vida por delante.

Reconfirmamos que defender el maíz (la milpa, la chacra) pasa necesariamente por el respeto a la libre determinación y autonomía de las comunidades y pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos.

Rechazamos una vez más cualquier siembra experimental, piloto o comercial, y la distribución, almacenamiento o comercialización de organismos genéticamente modificados (incluidos los transgénicos, los productos de edición genética con sus impulsores u otras formas de la biología sintética en cualquier parte del territorio nacional y en el mundo).

La soberanía y autonomía alimentaria radicarán siempre en el respeto del derecho colectivo a tener, guardar, intercambiar y sembrar libremente semillas nativas sin la imposición de mecanismo alguno de control estatal, federal o empresarial (sea registro, certificación, inventario, banco de semillas, catálogo de variedades, patentes, denominaciones de origen o derechos de obtentor, sean individuales o colectivos, y las medidas fitosanitarias impuestas por los TLC).

Un “buen vivir en armonía con el entorno” requiere condiciones que permitan la producción libre y autónoma de alimentos a nivel local, regional y nacional, el respeto a nuestros territorios, amenazados ahora por proyectos mineros, hidroeléctricos, petroleros, carreteros, de servicios ambientales, programas de “conservación”, monocultivos e invernaderos agroindustriales repletos de agrotóxicos, y la privatización de nuestras fuentes de agua; una industrialización y urbanización salvaje y una política ambiental oficial de conservación sin gente.

Rechazamos las acciones privatizadoras de la autodenominada Unión de Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV) y sus leyes que pretenden normar quién siembra, cultiva, cosecha y comparte semillas y variedades nativas y criollas.

Rechazamos los Tratados de Libre Comercio por ser instrumentos del sometimiento de la soberanía nacional a los intereses de las transnacionales y ser mecanismos de presión para la adopción de UPOV y legislaciones que impiden el intercambio y libre uso de semillas.

Rechazamos el Reglamento Técnico de Bioseguridad de Organismos Vivos Modificados (OVM) para Usos Agropecuarios (conocido como Reglamento Centroamericano), por atentar contra la soberanía de Guatemala, Honduras y El Salvador y por promover el tránsito de organismos genéticamente modificados con su paquete de agroquímicos, nocivos para la vida de nuestra gente, y la investigación, experimentación y comercio de semillas transgénicas.

Abrimos a la consideración pública los siguientes puntos.

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1. Celebramos lo propio y lo ponemos en el centro de la discusión. Revindicamos la vida, nuestra comunalidad (esa responsabilidad entre todas y todos) y la esperanza, una esperanza filosa y nada complaciente pero que nos abre avenidas de cotidianidad, cuidados y prácticas de autonomía: algo que al igual que la milpa o la chacra también se siembra, se cultiva y se cosecha vez tras vez. Celebrar lo propio nos hace reconocer y respetar la diversidad en todas sus formas y relaciones siempre y cuando haya un respeto recíproco basado en la convivencia de la humanidad y en la biodiversidad.

2. Abrimos más y más espacios de conversación intergeneracionales, formales e informales, puntos de encuentro entre personas y colectivos, para imaginar y reflexionar en conjunto, compartiendo datos, información, relatos, experiencias, historias, emociones y cariño. Ampliemos nuestros vínculos y nuestra comunicación, mantengamos conversaciones entre comunidades originarias, afrodescendientes, campesinas de diferentes regiones y promovamos la apertura de radios comunitarias en todos los enclaves posibles.

3. Defendemos nuestro ánimo y nuestra creatividad compartida: experimentar, observar y mejorar nuestras prácticas a partir de recuperar, revalorar y promover nuestros saberes campesinos, ancestrales y nuevos, afines y pertinentes con nuestras condiciones y circunstancias.

4. Reivindicamos nuestras formas propias de organización, la importancia de nuestras asambleas, en muchas partes la máxima autoridad horizontal desde donde se decide por consenso.

5. En la toma de decisiones sobre bienes y ámbitos comunes haremos valer nuestros derechos de contar con autoridades o mecanismos autónomos, tal como los ejidos y comunidades agrarias, resguardos indígenas, consejos comunitarios, zonas de reserva campesinas, alcaldías, cabildos y autoridades tradicionales, municipales o cantonales en territorios compartidos, nuestros, que mantienen su diversidad dependiendo de los países y las regiones.

6. Proponemos documentos normativos propios consensados en asambleas que pueden fortalecer la autonomía, sean de orden agrario o municipal / cantonal que promuevan nuestras formas propias de responsabilidad, trabajo y organización.

7. Seguimos guardando, compartiendo y reproduciendo abiertamente nuestras propias semillas y eso nos hace fuertes, porque sembrarlas es su mejor protección. Defenderlas nos hace mantener nuestros territorios de vida. Las semillas son nuestra memoria. Sembrar nuestras semillas hoy es un asunto político.

8. Queremos resignificar la agricultura campesina que guarda una relación de respeto con la naturaleza. De esa agricultura campesina ancestral brota la agroecología como una herramienta de memoria y cotejo junto a la agricultura contemporánea ecológica.

9. Rechazamos la imposición y la entrada a nuestros espacios de semillas extrañas o tecnologías para las que no tengamos una información confiable y sustentada en el cotejo de organizaciones o comunidades y nuestros propios canales de relación cercana.

10. Necesitamos cuidar la salud de nuestro suelo, agua y aire y fomentar su respeto. Exijamos la protección de territorios libres de agrotóxicos. Protegeremos nuestros territorios impulsando una transición hacia la prohibición de los agrotóxicos y cualquier otro veneno con que amenazan la vida de nuestras niñas y niños, de nuestro monte y nuestras fuentes de agua.

11. Queremos reconstituir nuestra fortaleza y nuestras habilidades, nuestra memoria y nuestra historia. Queremos tejer saberes en nuestros ámbitos comunitarios y como base de lo que pueden ser nuestros proyectos de formación: emprender investigaciones y diagnósticos participativos, pertinentes, que nos ayuden a conocer a fondo nuestros territorios, a entenderlos y defender todos sus rincones y sus relaciones. Que la base de nuestros proyectos de formación y educación sea la construcción colectiva de los saberes. Ya no queremos eternizar el colonialismo. Elaboremos materiales de formación en castellano y diferentes lenguas del continente, fortaleciendo nexos entre abuelas y abuelos con niños y niñas.

12. Fomentemos más diversidad en nuestros alimentos y garanticemos que no se pierdan cultivos vitales con valor nutricional e histórico. Propiciemos la diversificación productiva. Promovamos nuestros saberes gastronómicos, y reivindiquemos la cocina como un espacio de creatividad, imaginación y resistencia.

13. Reconstruyamos el vínculo entre la custodia de las semillas y la partería, para darle plenitud a las personas guardianas de la vida que viene.

14. Tras muchos reveses nos estamos saliendo de los circuitos del dinero, porque el dinero grita cuando ya no tiene cómo engañarnos. Impulsemos entonces tiendas cooperativas y modos de mercado locales que no sean sólo un intercambio mercantil sino un intenso intercambio de saberes: recuperemos nuestra propia economía.

15. Volvamos los sentidos hacia lo que nos ha hecho fuertes y que nos mantiene aquí luchando. Reconocer la importancia de la reciprocidad, y de la responsabilidad que ésta entraña. Es crucial recuperar, además de nuestros propios sistemas alimentarios, nuestro propio sistema de salud y curación, y nuestros mecanismos de impartición de justicia.

16. Protejamos y defendamos nuestros ámbitos y bienes comunes (bosques, semillas, aguas, saberes, educación propia, sistemas de equilibrio social y otros).

17. Nos está dando claridad fijar la mirada en los cuidados cotidianos ejercidos por mujeres y hombres, niñas, niños, jóvenes y personas mayores por igual, conscientes para atender las tareas que nos permiten reconocer, restañar, reparar, descansar, sanar, mantener, procurar, nuestras necesidades más profundas, incluida la producción propia de alimentos en eso que conocemos como soberanía alimentaria. Impulsemos nuestras formas de laborar en conjunto (sean minga, pasamanos, tequio, faena, manovuelta).

18. Buscamos construir alianzas estratégicas para amplificar los procesos que desarrollamos en las comunidades y que vamos sistematizando, cada quien en su lugar. (Con comunidades y organizaciones pero también con sociedad civil, fundaciones, tribunales de conciencia. Necesitamos en ocasiones emprender labores de sensibilización.)

19. Tenemos que lograr una salvaguarda jurídica internacional, pero también salvaguardas nacionales para impedir la privatización de las variedades de las semillas nativas, incluso blindando nuestros territorios.

20. Siempre que sea posible, busquemos la incidencia y la alianza con los gobiernos locales. En ese nivel de cercanía es más fácil y más transparente incidir con nuestras propuestas y reivindicaciones. Porque ahí nos conocemos y podemos emprender acciones conjuntas.

21. Promovamos la integralidad de las acciones de pueblos y comunidades, porque así es más fácil entender la complejidad de lo que puede profundizar nuestra autonomía y libre determinación.

Colombia, Alianza por la Agro-biodiversidad, Grupo Semillas. Costa Rica, Arari Plantas y Salud, Fundación Sol de Vida, Red de Mujeres Rurales, Red de Coordinación en Biodiversidad, Finca Lecanto, Red Bancos de Semillas, Mujeres por el Bien Común, Kioskos Socioambientales Universidad de Costa Rica (UCR), Talamanca por la Vida y por la Tierra, Coecoceiba Amigos de la Tierra, Asociación Tinamaste, Finca Aire Fresco, Colectiva Biriteca Agroecológica, Semillas Libres Costa Rica, Movimiento Agroecológico Costarricense. Ecuador: Fundación Kawsay, Coordinadora Nacional Campesina Eloy Alfaro (CLOC), La Troja Manaba, Acción Ecológica. El Salvador: Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria Región Central-CLOC-Vía Campesina. Guatemala: Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria en Guatemala (Redsag). Honduras: Asociación Nacional  de Fomento de la Agricultura Ecológica (Anafae). México: Red en Defensa del Maíz: (Colectivo por la Autonomía-COA, Semillas Colibrí, Desarrollo Económico y Social de los Mexicanos Indígenas-Desmi, Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca-UNOSJO, Ojarasca). Nicaragua: Semillas de Identidad-Red del Pacífico Sur. Regionales: GRAIN, Colectivo de Semillas de América Latina, Alianza Biodiversidad.

Encuentro Mesoamericano en Defensa del Maíz

Celebrado en el Centro Nacional Especializado en Agricultura Orgánica,

Cartago, Costa Rica, 13 de abril de 2024

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